miércoles, 19 de noviembre de 2014

  Algunos mitos sobre el ejercicio (1)
Como este fin de semana he salido voy a entrenar más duro para eliminar tóxinas”.

Este mito se deriva de una mala comprensión de la fisiología del ejercicio.
El ejercicio, no es en sí un proceso de “limpieza” del organismo.
Cuando que entrenamos se genera un estrés en todos los niveles (muscular, óseo, metabólico, articular, nervioso…) y, lo que el cuerpo haga con ese estrés, es lo interesante de dicho entrenamiento.
De forma muy simplificada, podemos decir que se originan tres situaciones:

1.- El ejercicio ha sido tan suave, que no ha generado ningún tipo de estrés. En este caso no hemos hecho nada perjudicial pero tampoco hemos mejorado considerablemente nuestros parámetros físicos.

2.- Ha habido cierto grado de desgaste. Por lo tanto, después de recuperarnos, se originará un proceso llamado supercompensación, por el cual, para evitar que este desgaste suceda de nuevo, mejoramos nuestros parámetros físicos (resistencia, fuerza…) y neuromotores (equilibrio, coordinación, aprendizaje de nuevos patrones motrices…). En un proceso de entrenamiento serio, hay una planificación para que a lo largo de un tiempo ocurra esto de manera más o menos continuada.

3.- Ha habido tal desgaste, que el cuerpo bastante tiene con recuperarse. No hay pues supercompensación y si repetimos el proceso, podemos lastimarnos a corto plazo (roturas por sobrecarga, mal humor, lesiones, infecciones…) o largo plazo (envejecimiento prematuro, lesiones crónicas…). Esto se llama sobreentrenamiento y se produce tanto por sesiones demasiado duras como por sesiones menos exigentes pero sin respetar períodos de descanso entre ellas.

Como podemos intuir, si el cuerpo ya está sobrecargado por causas ajenas al ejercicio (alcohol, dormir poco, comilonas…), será más fácil sobreentrenar.

Por lo tanto, si no hemos podido evitar los excesos, no tengamos la tentación de “compensarlo” con otro exceso. Volvamos al ejercicio con tranquilidad y escuchando al cuerpo.

viernes, 7 de noviembre de 2014

Ejercicio lúdico, ejercicio funcional.

Escribo estas líneas a raíz de una experiencia personal.
Hace unos llevé a mi hija a un polideportivo en su primer día de escalada en rocódromo. Como la actividad duraba dos horas y no vivo en Zaragoza, quise aprovechar el tiempo sacándome un bono de día para acceder a la sala de fitnes.
Dudaba entre hacer un poco de musculación o nadar, pero como me gustan los deportes de fuerza, decidí probar  lo primero.  Cual fue mi decepción al entrar en la sala: Un espacio bastante amplio dedicado a máquinas para el trabajo segmentario de los grupos musculares (el próximo día nadaré).
Cada aparato, promete hacer un trabajo de cada grupo muscular para conseguir nuestro “cuerpo deseado”.
Es una forma fácil de hacer gimnasios (los aparatos, por caros que sean cuestan menos que el personal cualificado), pero se está ofreciendo una forma de ejercicio errónea en muchos aspectos:
-  En primer lugar, el trabajo aislado en máquinas por grupos musculares ¡no sirve prácticamente para nada!. Se gana poca fuerza, pues la posición de sentados no nos posibilita el manejar pesos de forma segura y  el estímulo metabólico es muy pequeño, la trasferencia a otros deportes o la vida cotidiana es escasa pues  no se estimula el sistema nervioso….  Si insistimos, lo único que lograremos es una tendinitis.  Sólo sería útil en la rehabilitación de lesiones (aunque no estoy seguro, pues ese no es mi campo) y, como mucho, en atletas especializados en fuerza  que después de un entrenamiento de verdad deseen hacer algo de aislamiento.
-  No sirve para “quemar grasas”: En primer lugar porque la grasa no se pierde de forma localizada. En segundo lugar, porque al estar sentados, el esfuerzo aeróbico es mucho menor.
-  No  compensa a nuestras  actividades cotidianas: ¡Todo el día sentados y cuando entrenamos, también sentados!.
-  Lo más importante: No nos divertimos.

El enfoque funcional del ejercicio (por adelgazar, ganar músculo…), hace del entrenamiento  una condena y no nos deja disfrutar de uno de los placeres que nos da la vida: El movimiento.

Ya vale de tantos gimnasios que nos sacan el dinero a costa de promesas que saben que no son ciertas.
Vale de modas  y de ejercicio al servicio de la imagen.


Quiero reivindicar un ejercicio físico lúdico, de aprendizaje de valores y de emociones. Algo que nos permita hacer un paréntesis en nuestra  jornada y nos haga mejores personas. Si además estamos más fuertes y sanos, pues mejor.