Algunos mitos
sobre el ejercicio (1)
“Como este fin de semana he salido voy a entrenar más duro
para eliminar tóxinas”.
Este mito se deriva de una mala
comprensión de la fisiología del ejercicio.
El ejercicio, no es en sí un proceso
de “limpieza” del organismo.
Cuando que entrenamos se genera un
estrés en todos los niveles (muscular, óseo, metabólico, articular, nervioso…)
y, lo que el cuerpo haga con ese estrés, es lo interesante de dicho
entrenamiento.
De forma muy simplificada, podemos
decir que se originan tres situaciones:
1.- El ejercicio ha sido tan suave, que no ha generado ningún tipo de
estrés. En este caso no hemos hecho nada perjudicial pero tampoco hemos
mejorado considerablemente nuestros parámetros físicos.
2.- Ha habido cierto grado de desgaste. Por lo tanto, después de
recuperarnos, se originará un proceso llamado supercompensación, por el cual,
para evitar que este desgaste suceda de nuevo, mejoramos nuestros parámetros
físicos (resistencia, fuerza…) y neuromotores (equilibrio, coordinación,
aprendizaje de nuevos patrones motrices…). En un proceso de entrenamiento
serio, hay una planificación para que a lo largo de un tiempo ocurra esto de
manera más o menos continuada.
3.- Ha habido tal desgaste, que el cuerpo bastante tiene con recuperarse.
No hay pues supercompensación y si repetimos el proceso, podemos lastimarnos a
corto plazo (roturas por sobrecarga, mal humor, lesiones, infecciones…) o largo
plazo (envejecimiento prematuro, lesiones crónicas…). Esto se llama
sobreentrenamiento y se produce tanto por sesiones demasiado duras como por
sesiones menos exigentes pero sin respetar períodos de descanso entre ellas.
Como podemos intuir, si el cuerpo ya está sobrecargado por causas ajenas
al ejercicio (alcohol, dormir poco, comilonas…), será más fácil sobreentrenar.
Por lo tanto, si no hemos podido evitar los excesos, no
tengamos la tentación de “compensarlo” con otro exceso. Volvamos al
ejercicio con tranquilidad y escuchando al cuerpo.